jueves, 4 de febrero de 2010

Seres de luz



Los días como hoy son malos para andar en carro, o quizás sean malos para mí que estoy aquí y no en San Carlos de Río Negro donde las marchas y las colas no son problemas. Lo cierto es que en el metro —donde no conseguí asiento— me calé a buen gusto (como buen fisgón) la conversación de dos muchachos que tendrían unos veinte años de edad y que asistirían a la marcha del Día de la Dignidad (hoy 4 de febrero). De todo el episodio lo que más me molestó fue que desde el principio, desde que entré al vagón, los percibí como dos muchachos veinteañeros, lo que me hizo concluir que yo, aparte de que ya no parezco —a los ojos de los demás— un veinteañero, tampoco me percibo a mí mismo como tal. Que arrechera. Lo de menos fue lo del nuevo efeméride: el Día de la Dignidad (sí, con doble mayúscula porque es dignísimo). El asunto viene de atrás, de un 12 de octubre en que nos empezaron a decir que habíamos perdido el tiempo en el colegio estudiando esa fecha como el día de la raza, porque no lo era. Es más, ahora resulta que nunca lo fue, que toda la humanidad estuvo engañada durante quinientos y pico de años por una conspiración que —como toda conspiración— encubría una verdad que sólo podía ser revelada por los seres de luz, sabiduría y profundidad espiritual que le cayeron a patadas a la estatua de Cristóbal Colón, en señal de desagravio —esto es muy importante decirlo—, por el genocidio ejecutado por ese italiano pata-podria que vino aquí para saquear nuestras riquezas (algo que no sé por qué pero me parece conocido). Como lo dije en aquél entonces, el problema no es que quieran cambiar la interpretación de algo que pasó hace tanto tiempo que a nadie le importa. No, el problema es que a mí me gustaba mucho dibujar a la Pinta, La Niña y La Santa María, y ahora me molesta pensar que en esos barcos tan simpáticos no venían unos españolitos con espejos y pendejadas similares para engañar a los indios sino una horda de saqueadores, malandros y violadores. Que torta. Claro, después de eso, que la fecha de un intento de golpe de Estado (sanguinario, mal planificado y, como todo lo que vino después, fracasado) se conmemore como el Día de la Dignidad no le puede sorprender a nadie. Miren, lo que pasó no fue lo que nosotros creemos. No, fue que esos desgraciados de El Universal, El Mundo, El Nacional y, sobretodo, RCTV conspiraron en nuestra contra y nos ocultaron que ese día tenía por finalidad dignificarnos como sociedad —Junta Militar de Gobierno de por medio—. Por fortuna, los seres de luz, sabiduría y profundidad espiritual nos han sacado nuevamente de la oscuridad regalándonos la verdad. De pana que gracias.



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