viernes, 19 de octubre de 2012

Serpato, Florgaytino y yo


Cada vez que vengo a Caracas me enfermo. Nada de gravedad, simplemente se me desacomoda el cuerpo, como si mis células detectaran el momento justo en el que paso sobre la línea invisible que delimita al Distrito Capital para comenzar a reclamar mi atención.

Aníbal dice que es estrés postraumático. Qué no he superado lo del 99, cuando Caracas se tomó un laxante y nos expulsó cual parásitos de nuestra casa de San Bernardino, pero a mí no me parece, es decir, para llegar a una conclusión burda como esa no hace falta estudiar psicología. En fin, somos pobres y esa es la única asistencia que podemos pagar.

Pasar por la Valle-Coche me trae recuerdos particularmente dolorosos. Nunca superé que mi novia prefiriera estar como una balurda gritando por Serpato y Florgaytino en El Poliedro, en lugar de escabullirse en mi pieza cuando mi mamá salía a gastarse el sueldo de mi papá jugando lotería con las evangélicas de la pensión. Para más colmo, cuando se lo reclamé terminamos porque “no estaba dispuesta a renunciar a Florgaytino” por mí.

(Puñalada a mi ego que era un ego de Tukki-fanático-de-Tito-Rojas).

Gracias a eso pertenezco a la generación pajiza (adultos al borde de la disfunción eréctil como consecuencia de la sobre masturbación en la adolescencia) y soy el único que se despecha escuchando “de sol a sol”.

Después de mudarme dejé de ser tukki, pero vinieron las hormigas acuáticas, que no son hormigas ni son acuáticas, pero aparecen en el instante previo a sorber el agua, lo que me lleva a revisar minuciosamente cada vaso que llega a mis manos como si estuviera loco, o eso debe pensar la gente porque es lo mismo que yo pensaría. Lo raro es que yo sé que no hay hormigas y en base a ese conocimiento muchas veces, sobre todo en salidas con mujeres, omito la verificación en cuestión para ver si así aumento mis posibilidades de tener sexo, pero entonces siento a los putos insectos bajándome por la garganta y ya no disfruto el agua porque creo que las hormigas (que me estoy bebiendo) previamente caminaron sobre mierda y me van a ocasionar una infección estomacal. Ninguna mujer se acuesta con un tipo que cuando sale con ella tiene cara de infección estomacal, así que ustedes calculen.

Me gustaría que lo del 99 nunca hubiera ocurrido y poder seguir viviendo aquí, cerquita del Ávila, con ese olor a tierra mojada tan característico. Me gustaría beber agua como antes de aquello y no temerle a la lluvia, pero a Serpato y Florgaytino siempre los voy a odiar.