viernes, 5 de febrero de 2010

Sabotajes



Tenía diecinueve años, pero algunas cosas de aquel entonces las recuerdo como si hubieran ocurrido ayer. Las que no, las fui investigando como cosa mía, sin un sentido aparente. No faltaron momentos en que me detuve a pensar que era bastante molesto andar con tantas cosas raras en la cabeza (ideas, imágenes, presentimientos). De hecho estuve cerca de ir a los psicólogos gratis de la universidad cuando comenzaron las pesadillas con los vidrios que me cortaban los dedos; porque no eran sólo sueños: cuando veía un vidrio roto en la calle se me desacomodaba el cuerpo y tenía que contarme los dedos para poder seguir caminando. Era de lo más anormal, pero tenía la certeza que todo se relacionaba con el año 99. En esa especie de limbo estuve hasta una mañana del año pasado. Ese día, el vidrio del extinguidor que está afuera de mi oficina amaneció roto. Me conté los dedos dos veces antes de estar frente a mi computadora. Al abrir el correo me había escrito alguien que nunca me escribía. El archivo adjunto era una investigación periodística sobre el destino de un grupo de niños que quedaron huérfanos como consecuencia de los deslaves de Vargas. Lo curioso es que esa persona y yo nunca habíamos hablado del tema, y que cuando aquello ocurrió ella tenía unos diez años. Vaya cosa. De ese patuque saqué una idea que no tiene nada de original —por eso me gusta— y la he ido limando con la paciencia que no tengo. Los personajes principales me llegaron al instante, como si hubieran pedido una cita y los tuviera sentados al frente de mi escritorio, en esas sillas de cuero de los años ochenta que parece que nunca se van a acabar. Los secundarios no pidieron cita; los ando buscando por el metro y por Sabana Grande. Pero el problema real son los continuos sabotajes: el inglés, el blog, el trabajo, el país, los juegos de PC, el cine, la flojera, las ideas cruzadas, el miedo al blanco de la pagina y, sobre todos ellos, el hecho de saber que nunca he escrito una novela.



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2 comentarios:

  1. Ja...¿qué mejor título que ese? Totalmente de acuerdo...

    Por cierto, me dijeron que en hora pico, por Plaza Venezuela, se encuentran vagando...la gente está harta de sus súplicas...con un potecito entran a los vagones contando semejante historia..que andan sin trabajo, que el autor de la novela le niega sus derechos...¡tremendo cuento! pensé..

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  2. Hermanis... veo que los crímenes en este país están bajando porque a un penalista como tú le sobra tiempo para meditar y escribir un posible libro, solo que se distrae con pequeños sabotajes, y no encuentra a los protagonistas de su historia, que suelen ser, aunque parezca un contrasentido, los personajes secundarios... sigue buscando pues, a ver si leemos más pronto que tarde, esa historia que promete ser interesante...

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