miércoles, 15 de junio de 2011

Cómo escuchar a una mujer y no morir en el intento

Como todo hombre que se respete, no entiendo a las mujeres. Lo asumí hace años y listo. Ni siquiera hago el intento, ¿pa´ qué? (capaz y paro en loco). Aún así, hasta hace un tiempo, presumía de lo que consideraba un don, un regalo inmerecido, una facilidad casi sobre humana para comunicarme con las féminas, o mejor dicho, para que pareciera que nos estábamos comunicando, porque todo el asunto se reduce a un tema de apariencias: el arte de asentir en el momento correcto, sonreír, aguantar los bostezos y mantener indefinidamente el gesto de interés tatuado en el rostro. No hace falta decir nada. Créanme, el sexto sentido también les falla. Por supuesto, como dicen que la moral está en todo y para mí no está en nada, le saqué provecho (por no decir el jugo o la mierda) al artilugio hasta que no dio pa´ más. Me di cuenta recientemente que lo exprimí hasta la concha, porque una pana de esas que son bien lindas pero no le paran ni media bola a uno, me vino con el cuento de que no consigue novio –tema trillado en las conversas intergénero—, que los maricos, los casados, los perros, los limpios y los chulos (ambas últimas características fundamentales del amor platónico de Karol), obligándome a aplicar el método antes descrito y obteniendo como resultado que la pana se pusiera un pelo intensa, lo cual, en tiempos pasado, hubiera supuesto el caldo de cultivo donde una bacteria como yo pesca en río revuelto; sin embargo, esta vez no fue así. Me limité a decirle a la pana que no conseguía novio porque era demasiado quejona y nosotros, que no sufrimos la escasez que ellas padecen (así seamos viejos, babosos, gordos, feos, podrios o tira peos), no estamos por calarnos a tarajallas que, a su edad, anden con semejantes mongolicuras. Resultado: one less. Diagnostico: exceso de sinceridad tipo aquella propaganda (sí JT, publicidad) vieja de Polar Light que decía que ser claro no siempre es lo mejor. En otra época este error de cálculo hubiera generado un plan de rescate y/o reconquista. En esta de vaina generó este post y un saludo con la mano si nos cruzamos en el pasillo.


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martes, 14 de junio de 2011

A lo de Miguelito

El vaso va a la boca y luego regresa a su lugar en la mesa. Los gestos se repiten infinitos, sinceros, incapaces de sorprender. Asiento. La película estuvo bien, pero hubiera sido mejor si el final tal cosa, o la protagonista hubiera no se qué. Asiento. Mañana quizás a la comida con mi amiga Lisette. Divertidísimo (mami), sobre todo porque a mí me toca lidiar con Miguelito (el huevoncito) quien también asiente cuando el vaso va a la boca y luego regresa, y cuando los gestos se repiten (incapaces de sorprender). Patéticos los dos (los cuatro… todos), ¿no?, pero sólo gracias a la falta de una buena dosis de pesimismo en el momento adecuado, ¿verdad?. Es que ser pesimista está tan infravalorado que no es chic. A nadie le gusta (ni siquiera a mí), así que lo correcto es asentir, porque asentir es positivo, y ser positivo es cool (cabilla or whatever). Vainas. Pendejadas. Warifaifas. Como el día de la despedida en el carro, al borde de la Cota Mil, con ese aguacero que afuera era pa´ niños y por dentro daba miedo. Asentí, pero hubiera sido mejor si no me quedaba como un bolsa o si la protagonista me hubiera dicho: “ya puh, weon, terminá de decirlo”, y yo se lo hubiera dicho, magnánimo, like a Lord, y listo (the end), pero no pasó, lo cual nos trae aquí, a este momento, a la conversa salpicada de bostezos diplomáticos, sonrisas complacientes, brindis estériles (con la izquierda, pa´ que se repita), cenita para dos after watch Il Castrato (el hombre sin bolas, valga la traducción), after watch her caminando con sus 35 encima, fresca, sonriendo, alejándose... Asiento. Sí, llevamos el postre que le gusta a Miguelito el mariquito. Lo que tú quieras, lo que sea, cualquier vaina, pendejada, warifaifa.   



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miércoles, 8 de junio de 2011

Yo sí le voy a Argentina, ¿y?

¿A alguien le sorprendió el resultado?


Perdimos. ¿Cómo más iba a ser? Si ni siquiera nos clasificamos al mundial cómo le íbamos a ganar al campeón. Pero es equis, fue chévere jugar contra esos panas que parecen salidos de FIFA 2011 y tener la expectativa, la emoción, y ver a toda la gente pendiente del asunto. Pero hasta ahí. Porque hubo quienes se lo tomaron a pecho y se dedicaron a difundir cadenas “nacionalistas” instando a apoyar a la vinotinto por una serie de pajas que ni ellos se las creen. Gente que, por cierto, está a favor de los partidos únicos, los presidentes únicos y los poderes únicos. Yo no veo el problema en que algún pendejo venezolano haya querido ligarle a España en el juego contra la vinotinto. Con eso no le hizo daño a nadie. Al final fue un amistoso y ya. Lo peligroso es esa actitud y ese discurso tan odioso de gente que cree que habla con autoridad, que el apoyo se decreta y tiene un color, como si estuviéramos predestinados a suscribir alianzas con nosotros mismos por el sólo hecho de haber nacido aquí; como un acto automático (autómata) y por ende, ajeno a la voluntad. Es la misma gente que señala a los pobres diablos que salen eufóricos a celebrar los triunfos de Brasil, Italia o España, que sí es verdad, dan risa, pero no están cometiendo ni un pecado ni un delito. ¿Quién dijo?. Uno le va al equipo que le salga del orto. Uno es libre de ir por quien le de la gana. Que estemos en una época de borregos políticos no quiere decir que seamos un país de borregos, así que no me vengan con pendejadas.

Por cierto, los borré porqué me pareció que la cadena fue tan estúpida que no valía la pena seguir perdiendo el tiempo con quienes la difundieron.



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domingo, 5 de junio de 2011

Sudaca o Lord

Pasé olímpico por mayo por lo de la adaptación y demás pajas… ¿no?, pero la verdad es cuesta luchar contra la tentación de convertir esto en una retahíla de historias de mujeres maltratadas porque estemos claros que, estando como están las cosas, es más fácil eso que seguir con lo de la ficción (además de lo morbosillo del asunto). Pero coño, en el fondo no me provoca. Es decir, ¿de cuando a acá me agarro yo el atajo? Si aquí vamos remando y después de conseguir el carguito sigo convencido que es mejor ser un sudaca en Madrid que un Lord here in the same shit. Claro, de lo nuevo ni por el coño me quejo, joder por joder sigue siendo placentero, no lo niego, pero no es igual que antes (ahora redacto escuchando a Calamaro o a Sabina, porque sin fondo musical me pongo como blandengue), sin embargo mis más básicas estupideces permanecen intactas: camionetero que se me atraviese lo reviento, porque coño,  no se me olvidan esos años en Las Californias ni en La Católica, y como los panas se las daban de machos en aquel entonces, que lo sean ahora que represento a la Vindicta Pública, ¿no?. Whatever. Aquí vamos, cuando me ladillo alguien sale acusado por la más minima mariquera y al que tenga algún peo con eso que venga y se queje.



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