Créanme que cada día me
levanto con la firme intención de ser tan mediocre como todos ustedes, hago mi
mejor esfuerzo con ese objetivo en mente, pero al final nunca lo logro, así que
de momento seguiré llevando este particular modo de existencia que no termino
de comprender pero que —estoy convencido— no es el correcto.
viernes, 30 de noviembre de 2012
jueves, 22 de noviembre de 2012
2
Anoche soñé contigo —que no sueñas conmigo, porque ni me
hablas—, que me reclamabas por eso que ya sabemos, pero lo hacías de una manera
indirecta como si yo no estuviera allí, mientras mi emoción crecía ante la
incredulidad de ser el objeto de ese reclamo. Me defendí como pude,
indirectamente, como si no estuvieras allí, pero no llegamos a nada, como
siempre.
Sólo quedará volver
Anoche soñé que me fotografiaba con pingüinos y
trotaba en un parque nevado de Punta Arenas. No conozco Punta Arenas, pero quizás
la conozca el año que viene. Es cuestión de hacer el viaje, alquilar una cabaña
que este cerca de un Jumbo (para abastecerme de vino) y pasar tres o cuatro
días (porque no aguanto tanto frío) fumando, tomando y escribiendo. Mientras
este en el sur no pienso afeitarme para saber si la barba me crece tipo
Hemingway o tipo Cristo. Lo más probable es que me crezca tipo recoge-latas,
pero no me importa.
Después subiré sin apuros a Puerto Montt y se me
ocurre que allí, si la barba y el afro no llaman mucho la atención, puedo
emboscar al chileno-argentino-español y darle unos coñasitos (por la espalda,
como manda la Academia) de parte de Anita, que probablemente nunca se entere de
eso (lo cual demuestra mi entereza).
Si lo de la emboscada no se da no me voy a lanzar al
metro. Me comeré alguna comida con mariscos típicos de la zona, tomaré vino y
escribiré.
En Puerto Montt tampoco me afeitaré.
Ese ascenso será en autobús. De noche. Es más barato y
me deprimen los paisajes vistos desde un autobús. Me recuerdan los años en que
la única forma que tenía para movilizarme era el transporte público. Parece que
fue hace tanto, y no han pasado ni siete años. Me asquea haberme acostumbrado
tan rápido a la comodidad. Mentira, no me asquea. Nunca pienso en eso.
De allí subiré a Pucón y me alojaré en una cabaña
cerca del lago. El único fin de esto es torturarme toda la noche pensando en
que me pueden asesinar y nadie de mi familia se enteraría. Mi cadáver estaría
en una morgue extranjera y provinciana por el tiempo que establece la ley para
que el Estado me acomode en un nicho.
Esa noche tomaré el doble de vino y no escribiré.
Tampoco pienso afeitarme en Pucón (ni visitar el puto
casino).
Cuando el ratón me lo permita tomaré un bus hasta
Temuco. No pienso avisar de mi presencia ni pedir la dirección. Tomaré un taxi
y daré vueltas en torno a mis recuerdos hasta que encuentre la casa. Si se
mudaron me quedo en un hotel del centro, pero al día siguiente sí los llamo
porque los quiero ver. Espero poder quedarme dos días, comer asado y tomar
cerveza.
Desde Temuco publicaré una foto de mi barba en Facebook.
También publicaré una foto mía montando bicicleta.
Desde allí tomaré un avión al norte. Lo más al norte
que encuentre. Al llegar alquilaré una cabaña en el desierto de Atacama. Tres
días (al fin y al cabo es un desierto). Me voy a llevar un mono para trotar,
pero presiento que regresará invicto. Además le tengo miedo a los desiertos
desde que vi 127. Por alguna razón muy subjetiva le tengo cariño a mis manos.
Si CADIVI me lo permite regresaré a Santiago en avión.
Tengo fe en pasar los controles policiales a pesar de mi aspecto jesuscristiano-afro-descendiente.
Si no lo paso me tripearé el interrogatorio en la salita con los policías que
se la tiran de malos. Como no pienso transportar drogas me cagaré en sus madres…
total, lo peor que me puede pasar es que me deporten y entonces sólo estaría
regresando a casa.
En Santiago me alojaré en el centro. Mentira, en
Providencia. Nunca he entendido por qué me gusta tanto Providencia. Al segundo
día será la primera vez que me afeite en un mes. Espero conseguir un barbero
italiano-chileno que tenga espuma con cepillito y navajas de las viejas. Cuando
me la esté pasando por la garganta no podré evitar imaginarme que al viejo le
da un derrame o un infarto y me rebane con la hoja de puro reflejo. Siempre
pienso pendejadas así, no es para alarmarse.
Una vez rehumanizado visitaré a los viejos en
Vitacura. Tampoco pienso llamar ni avisar. Esa dirección la sé muy bien desde
2004.
Al día siguiente le caeré a Peters en la oficina
(porque la dirección que me sé no es la actual), no sin antes adquirir una
Pampero Aniversario para el gran Hans. Espero que me hospede por unos cinco
días y podamos darnos una vuelta por Valparaiso.
Después sólo quedará volver.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)