Como esto es el oeste puede que lo resolvamos pistola
en mano, no lo sé. Al final que la idea no me gusta. Preferiría ahorrar para un
sicario que hoy en día no son ni tan caros. La traba principal es la inflación,
porque como están las cosas, el sueldo no alcanza. Es decir, uno ya hace un
esfuerzo importante para apartar algo de dinero para las vacaciones y tener que
disponer de otra cantidad para pagarle al sicario me parece cuesta arriba (no
se confunda “cuesta arriba” con un gasto “innecesario”, porque necesario es). Pensándolo
bien, no sería ni descabellado solicitar un extra crédito de esos que dicen en
la televisión que el banco te aprueba en cuarenta y ocho horas y tal. Un pelín
de liquidez para pagarle al colombiche y quitarme de encima este calamar que
está adoptando proporciones descabelladas. En otras épocas, quizás hace unos
diez años, la opción del asesinato por encargo sería la última que uno pensaría
(y probablemente esa idea soez iría acompañada de un santiguamiento), pero las
cosas cambiaron, empezando por el país y terminando con uno. Como lo dije,
ahora sólo es cuestión de hacer un esfuercito, de restarle unos frasquitos de
whisky a la tomadera, de organizar los gastos y de allí se reúnen unos centavos
para pagarle al especialista. Cacerina de veinte cartuchos, mira que apunta a
la cabeza, saliva que se traga, gatillo que se aprieta, vidrios que se rompen,
culo que se caga, ojos que se quedan blancos, problema que se acaba. Es una
ecuación sencillísima sobre todo cuando se toma en cuenta la variable “tiempo”,
el tiempo que no se pierde explicando cosas que son todavía más sencillas pero
que la gente no entiende. No la gente como yo, que soy tan centrado que hasta
puedo colocar el ítem “sicario” en mi hoja de Excel. Sino la gente como él, que
realmente es como yo, pero actualmente está atravesando circunstancias que lo
hacen ajeno; que lo llevan a no entender las razones más elementales: “se acabó”,
“es el fin”, “quedó en el pasado”, “no es tu peo”, “no te importa”, “no te
incumbe”, “no sigas” etcétera (un etcétera largo largo largo). Circunstancias
que no termina de atravesar, que se reproducen en el puré de neuronas
atrofiadas de un cerebro que es puro órgano, que ya no procesa cabalmente la
información por más directa que sea, salvo lo que ocurrirá en el instante final,
cuando vea el fogonazo en el cañón de la Beretta y ya lo demás se torne
inevitable.
Tomás García Calderón
Ficción, que en un país como este no lo es.
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