martes, 5 de febrero de 2013

Cuestión de organizarse

Como esto es el oeste puede que lo resolvamos pistola en mano, no lo sé. Al final que la idea no me gusta. Preferiría ahorrar para un sicario que hoy en día no son ni tan caros. La traba principal es la inflación, porque como están las cosas, el sueldo no alcanza. Es decir, uno ya hace un esfuerzo importante para apartar algo de dinero para las vacaciones y tener que disponer de otra cantidad para pagarle al sicario me parece cuesta arriba (no se confunda “cuesta arriba” con un gasto “innecesario”, porque necesario es). Pensándolo bien, no sería ni descabellado solicitar un extra crédito de esos que dicen en la televisión que el banco te aprueba en cuarenta y ocho horas y tal. Un pelín de liquidez para pagarle al colombiche y quitarme de encima este calamar que está adoptando proporciones descabelladas. En otras épocas, quizás hace unos diez años, la opción del asesinato por encargo sería la última que uno pensaría (y probablemente esa idea soez iría acompañada de un santiguamiento), pero las cosas cambiaron, empezando por el país y terminando con uno. Como lo dije, ahora sólo es cuestión de hacer un esfuercito, de restarle unos frasquitos de whisky a la tomadera, de organizar los gastos y de allí se reúnen unos centavos para pagarle al especialista. Cacerina de veinte cartuchos, mira que apunta a la cabeza, saliva que se traga, gatillo que se aprieta, vidrios que se rompen, culo que se caga, ojos que se quedan blancos, problema que se acaba. Es una ecuación sencillísima sobre todo cuando se toma en cuenta la variable “tiempo”, el tiempo que no se pierde explicando cosas que son todavía más sencillas pero que la gente no entiende. No la gente como yo, que soy tan centrado que hasta puedo colocar el ítem “sicario” en mi hoja de Excel. Sino la gente como él, que realmente es como yo, pero actualmente está atravesando circunstancias que lo hacen ajeno; que lo llevan a no entender las razones más elementales: “se acabó”, “es el fin”, “quedó en el pasado”, “no es tu peo”, “no te importa”, “no te incumbe”, “no sigas” etcétera (un etcétera largo largo largo). Circunstancias que no termina de atravesar, que se reproducen en el puré de neuronas atrofiadas de un cerebro que es puro órgano, que ya no procesa cabalmente la información por más directa que sea, salvo lo que ocurrirá en el instante final, cuando vea el fogonazo en el cañón de la Beretta y ya lo demás se torne inevitable. 

Tomás García Calderón

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