domingo, 19 de diciembre de 2010

Una interpretación retorcida de la biblia

Pueden haber pasado quince años, pero en Valencia el calor es el mismo. Si es domingo, además, lo que provoca es desayunar en la cama viendo la premier league, leer el periódico por internet (maravilloso avance para no tener que salir) y caminar en bóxer del cuarto a la nevera rascándote una nalga. Fantástico (y si puedes hibernar varias horas, todavía mejor). Por eso no entiendo —me declaro incapaz— cómo es que los evangélicos (o sus siameses siniestros, los testigos de Jehová) pueden andar jodiendo de casa en casa un domingo a las once y media de la mañana. No se ofendan, pero que pesados son, parecen un pincher, una vaina que no es un perro de verdad pero, producto un trastorno psicológico severo, se lo cree.

Seamos claros, si los católicos, los musulmanes y los judíos salieran a joder en las mismas condiciones que lo hacen estos hijos de una interpretación retorcida de la biblia, los domingos serían una pesadilla.

En fin, cuando la mujer de la sombrilla y la falda por debajo de la rodilla me dijo que quería compartir conmigo “una información”, no pude más que preguntarme si no preferiría estar fornicando con su esposo en lugar que en la calle a treinta y cinco grados de calor; o no sé, planchando, cocinando para la semana, haciendo la tarea con sus hijos, cualquier vaina distinta. Además, si tenemos quince años diciéndoles qué no, qué les cuesta marcar la casa para no volver a pasar. No es tan difícil.

Nada, crean lo que quieran, pero no jodan.

 
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