lunes, 5 de abril de 2010

Paranoico


Hay quienes me dicen paranoico por voltear tanto mientras camino; por fijarme en el retrovisor al parar en un semáforo; por desconfiar de todos y porque nunca olvido un rostro. Algo freak, es verdad. Cualquier autoevaluación es meramente subjetiva. Quizás tengan razón y lo normal es lo contrario: ver siempre hacia delante, hacia el horizonte —como dicen—; confiar en la buena fe del prójimo y olvidar cada rostro anónimo que se nos cruce, porque total, puede que nunca mas lo volvamos a ver. Sí, quizás. Un poco cursi, pero quizás. Aunque no puedo dejar de pensar que por pendejadas como esas se echaron a un tal Toco el otro día saliendo del pasaje Asunción. Hubiera sido más fácil voltear y ver a Cheito Macandú con la botella rota en la mano, pero el tal Toco, obviamente, no lo hizo. Según dice su familia, él era de los que decía que cuando nos toca nos toca; desconfiar era un acto ajeno a sus principios aunque a mí me parezca lo más próximo a la naturaleza humana. Cuestión de estilos, sin duda. Cheito Macandú está sentando en el piso, tranquilo. Yo no, porque me pagó los honorarios por adelantado y va a salir en libertad. Hay quienes me dicen paranoico, pero yo no les presto atención.




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